Dedicado a ti...
¿Qué es lo que realmente nos une a los seres humanos como familia, la sangre o el roce? Nunca pensé que llegará a hacerme esta pregunta, pero un dolor en lo más hondo de mi alma, a veces no me deja ver más allá de lo que siento.
Es raro, pero no soporto que a los míos los desprecien, les hagan daño o simplemente los humillen sin razón alguna. En esta vida nadie es tan bueno, bueno, bueno… Ni tan malo, malo, malo… Pero algunos/as carecen de término medio para ciertas cuestiones, sobre todo para amar.
Pienso que es la condición que me han inculcado a lo largo de mi vida, la que me hace actuar así, y ver las cosas desde un prisma diferente, aunque por desgracia algunos hechos puntuales de mi existencia me han empujado a comportarme de forma distinta a la que estoy acostumbrada. Algo que lejos de hacerme sentir bien, me deja un mal sabor de boca.
Especialmente hay una, una persona en mi corazón, que me invade la pena cada vez que la miro a los ojos. Esa que huérfana de amor materno por la pérdida de sus entrañas, tiene que navegar en un mar de lágrimas por sentir la lejanía de quien un día le dio la vida. Esa que después de la falta más grande en su caminar encuentra la dejadez y la incomprensión del que lo crío como padre, gracias a esos lazos de sangre y que hoy lo alejan de toda realidad, con malos gestos y comportamientos sin fundamento.
Escribir no evitará el descanso en mí por pensar en todo lo que has sufrido y lo sigues haciendo en silencio para no preocuparme, pero sí que me desahogará la mente por uno minutos, cada vez que lea este texto.
Quiero pintar cada día una sonrisa en tú lindo rostro. Un corazón en tu espalda que traspase tu carne ardiendo por ser amada una y otra vez. Ocupar ese vacío que la sangre no te llena aunque familia no te falte. Ser ese aire que respiras cada mañana al levantarte, esposo mío. Hacer que tus manos no se separen jamás de mi hombro y sostenerte en el mío las veces que haga falta. Necesito que sientas ese latido que me mantiene viva a tu lado, porque sin ti muero y contigo lloró, por ansiar un mundo en el que tú no sufras y seas feliz.
Y es que… la sangre no hace familia, si el roce el cariño, el mismo que siento desde el primer día que escuche tú voz al teléfono, sin conocer tu rostro joven y divertido. Aquella vez que con un solo “hola” sentí que me amaban como nunca no habían hecho.
Por todo esto y mucho más frustrada me hayo, por no poder alzar la voz a quien no te trata como te merece. A mí me da igual la sangre, a ti hay que quererte a todas horas…
0 comentarios:
Publicar un comentario