jueves, 21 de mayo de 2015

Las ilusiones de una joven turca manchadas de sangre



Me aterra pensar que pudiera haber nacido en un país de oriente medio, y no porque sea racista ni mucho menos, sino por el simple hecho de como tratan a una mujer. Soy defensora de los derechos de las personas, dándome igual el sexo, la edad, color de piel o cultura... Pero hay cosas que superan mi ego femenino.

Hace unos días viendo el espacio informativo en televisión, una noticia sobre una chica turca de 19 años que recibió un disparo en la cabeza por participar en un concurso de música, estremeció mi corazón. Máxime aun cuando ha sido la propia familia la que ha propiciado tales hechos, sgún apuntan los medios que se hacía eco de esta información.

Cantaba como los ángeles, y hoy se debate entre la vida y la muerte. Su familia se sentía avergonzada, aseguraba que la joven turca había manchado el honor de sus familiares con su comportamiento. ¿De verdad existen personas capaces de anteponer sus creencias a la ilusión y vida de una hija, hermanda, sobrina, prima, etc...? ¿Qué malo tiene cantar ante un público atónito a su voz? ¿A caso no hay mayor vergüenza que manchar de sangre la islusión de un ser?

Estos acontecimientos no son los únicos que se producen en estos países. El papel de la mujer en ellos es irrisorio al máximo. Las féminas son tratadas como auténtios objetos manejables a las necesidades del hombre. No las dejan maquillarse, ni lucir su cuerpo con ropa europea, solo las dejan ir con indumentaria que tape sus encantos, en ocasiones hasta cubierta la cara en su totalidad, que solo las dejan mirar por una rejillas a través del traje. ¿Es necesarío tanto misticismo, prohibición y mal trato hacía ellas?

¿Por que Derechos Humanos o esas "feministas de pro" no se pronuncias sobre este y otros incidentes ocurridos con mujeres?. ¿Por qué no se toman medidas al respecto? Nunca seré yo la que critique otras culturas o formas de vida, pero si estoy en mi derecho de no compartir estos ideales. Entre otras razones, porque distorsionan la realidad de las mujeres que la sufren. Y la sufren con mayúsculas, aunque algunas por temor, no quieran reconocerlo.

Terminaré igual que empecé, sintiendo miedo por la suerte que correría mi integridad física en algún país de allí. Me siento orgullosa de ser mujer y seguiré luchando por la igualdad entre las personas y no por un igualdad marcada por ideales que no se base estrictamente en el bienestar del ser humano.

Que el mundo despierte y no mire hacia otro lado. 

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