domingo, 8 de febrero de 2015

Las dos caras de una hermandad

Empezar diciendo que soy católica pero no amante de las hermandades y cofradías, sería en Cádiz echarme tierra encima, pero son mis sentimientos y no puedo reprimirlos. 

Aunque tenga grandes amigos en grupos de esta índole, no dejo de pensar en ese ambiente que en algunas ocasiones se respira del colectivo cofrade, no del todo agradable. Y es que no soporto, los aires de grandeza que algunos “hermanos”, tienen a la hora de portar una vara en la calle, o las competencias que el resto le dan sobre su cofradía para realiza dentro de la misma. Asumiendo por tanto una importancia que hace mirar al resto de personas que conviven en el reino de Dios por encima del hombro.

Quitando esos malos rollos, critiqueos, rivalidades entre hermandades, gastos superfluos para venerar al propio mesías que vivió de la forma más humilde posible, he de decir que en la viña del seños hay de todo… Como en cualquier círculo donde haya más de dos personas y tenga que decidirse sobre algo en cuestión. Quitando estos asuntillos, la otra cara de la moneda de las hermandades, es totalmente diferente.

No tienen porque ser mis palabras el evangelio, ya que ellas se basan en un simple y modesto pensamiento, que no busca más que entender esta forma de vida que se basa en las apariencias.

Dicho esto, no dejo de reconocer que no todo pensamiento que navega en lo más dentro de mí ser, es tan crítico. Desde aquí, lanzo un mensaje cargado de respeto y admiración hacia estas congregaciones cristianas. Y es que no es de recibo, dejar pasar por alto, la gran labor social que realizan con los más necesitados. Desde que la crisis se acentuara en nuestro país hace unos años y el empleo cayera en picado, son muchas las personas que han tenido que recurrir a la caridad para poder subsistir. Mientras supuestamente las administraciones han ampliado las partidas a los “servicios Sociales”, y aun así estas no dan abasto para cubrir las necesidades de los ciudadanos, las hermandades cubren esa parte de la sociedad, que en estos tiempos se encuentra desamparada, nuestros políticos no mueven ni un solo dedo.

No es dinero, pero si comida, productos necesarios para el día a día, que alimentan a numerosas familias en la provincia. 

Aunque las primeras frases de este artículo son poco objetivos y dejan atrás la pura esencia de este gremio capillita, la objetividad llega al mismo, en los párrafos siguientes, cuando se habla de: “caridad es igual a hermandad”. Ese es el verdadero sentido de una cofradía o hermandad, la de ayudar a tú hermano cuando más falta le hace. Al que está al otro lado y grita en silencio que ya no puede más. Simplemente… “Al prójimo como a uno mismo…”

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